Sujeción de los cristales


Las láminas vítrea se aseguran al entramado por medio de unos perfiles de madera llamados junquillos, que se clavan en los rebajos correspondientes con puntas de acero de cabeza perdida. Los junquillos tienen la sección en forma de un cuarto de círculo, cuyo grosor varia en los 9 x 9 mm a los 13 x 13 mm.
La manera correcta de proceder a la fijación de los cristales viene representada en el gráfico de la figura 10. El cristal apoya directamente en los largueros y travesaños principales y secundarios, los cuales presentan un rebaje destinado a recibirlo. Una vez colocada la lamina de vidrio sobre su alojamiento, se disponen en los bordes perimetrales las tiras de junquillo previamente cortadas a las dimensiones necesarias. Estas tiras llevan los extremos recortados en bisel para su perfecto encaje entre sí, formando escuadra. La puntas de acero hacen el resto, teniendo en cuenta que no se clavan perpendiculares, sino en diagonal.
Antiguamente se había utilizado, en vez de los junquillos, una masilla en pasta que se aplicaba con espátula formando un cordón alrededor del perímetro del vidrio, que se aplanaba después con el mismo instrumento u otra herramienta semejante. Las masillas aseguran una total estanqueidad, cosa que no hacen los junquillos, y se pueden aplicar indistintamente sobre carpintería de madera o metálica. Pero ambas ventajas quedan anuladas por el hecho que no se trata de un material que tarda mucho en secar; que huele fuerte y desagradable (la pez es uno de sus principales componentes); que presenta un acabado escasamente estético; y que hace penosa la reposición de una pieza rota. Puede decirse que el sistema es cada día menos utilizado por los profesionales cristaleros, y todavía menos por el aficionado a “hacerse el mismo” las cosas.
En las ventanas de carpintería metálica, los junquillos de madera son sustituidos por perfiles igualmente metálicos, por lo general de aluminio anodizado, acero inoxidable y acero zincado. Su corte en sección suele ser en L.